Ilustración original |
Ayer por la noche, leyendo el libro de Francesco Tonucci 40 años con ojos de niño, encontré en sus primeras páginas una poesía que Gianni Rodari escribió en su último libro publicado en vida Palabras para jugar, que me gustaría compartir con todos vosotros/as.
Imagen de google |
Todo maestro/a debe tener una oreja verde, una puerta abierta al mundo de los niños/as, que nos permita disfrutar de lo sencillo, sorprendernos de lo cotidiano, creer en la fantasía, en lo misterioso, en lo imposible, en lo lejano,... Es por ello, que quiero animaros a cuidar y a entrenar vuestra oreja verde y a mantener vivo el niño/a que todos llevamos dentro.
A continuación os adjunto dicha poesía traducida por un buen amigo de Francesco Tonucci llamado Fabricio Caivano.
Un día, en el Expreso Soria Monteverde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.
Imagen de google |
Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo, la oreja que verde seguía.
Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno bien mirado.
Le dije: Señor, Usted, tiene ya cierta edad,
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contestó amablemente: yo ya soy persona vieja,
pues de joven sólo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño, que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:
Oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan,
oigo también a los niños, cuando cuentan cosas
que a una oreja madura, parecerían misteriosas.
Así habló el señor de la oreja verde
Aquel día, en el Expreso Soria Monteverde.
Gianni Rodari
(Traducción de Fabricio Caivano)
¡Hasta la próxima entrada!
No hay comentarios:
Publicar un comentario